lunes, 12 de diciembre de 2011

Un globo aún más vacío.

Había una vez un globo. Sí, un globo, un simple globo sin más misterio. Ovalado, casi redondo, como otro globo cualquiera. Un globo que tenía la capacidad de volar, pero volar de verdad, eso que los humanos llevamos queriendo hacer justo después de aprender a andar. Y todo gracias a esa bocanada de helio que le hicieron tragar.
Pero aquel día fue un golpe en los rutinarios días de ese rutinario globo. Todo por culpa del niño del que dependía. (Siempre andaba preguntándose por qué los globos como él tenían que andar dependiendo de niños, era  tan inseguro que sus vidas estuviesen en esas irresponsables manos…)
Como iba diciendo, aquel día fue diferente para el globo. Caminaba como acostumbraba, amarrado a esa insensata mano, la única mano que le retenía a la tierra, y que impedía que se perdiese.
Y como todos esperabais, pasó lo inevitable. El niño lo soltó.
El globo nunca supo si solo se le escapó, si era su intención que eso ocurriese, o si simplemente era mero aburrimiento.
El caso es que, ahora, se encontraba solo. Solo con todo el cielo encima, y casi era capaz de sentir que cargaba con todo su peso. Agobio, solo sentía agobio, y más por cada milímetro que se alejaba del suelo. Deseó con todas sus fuerzas que el niño tratase de alcanzarlo de un impulso, pero este simplemente observaba como ascendía.
No pasó nada. No hacía viento. Y el globo estaba cada vez más alto, cada vez veía lo del suelo más pequeño. (Quien lo iba a decir, un globo con vértigo).
Entonces decidió hacer de tripas corazón y cerrar los ojos, y a la mierda, algo pasaría.


De repente el globo sintió como algo extraño le rozaba. Un ligero pluf le hizo abrir los ojos. Entonces descubrió que había sido atrapado por una nube. Suspiró por el alivio que eso le hizo sentir (Y los globos no se pueden permitir suspirar mucho, ya que sin el aire que expulsan al hacer eso están perdidos) y simplemente se dispuso a esperar su fin. No tardo en apoderarse de él la soledad, y el agobio se convirtió en vacio. (¡Imaginaros como debe de ser el vació para un globo! ¡Si dentro solo lleva aire!)
Al desdichado globo lo sorprendió entonces un pájaro. No importa el tipo de ave del que se trataba, el globo no tenía conocimientos de ese tipo, aún así le extrañaba que pudiese alejarse tanto de la tierra. ¿Estaría delirando por falta de helio?
El pájaro se poso con delicadeza sobre este. Queriendo descansar.
-Por favor, explótame… -Le pidió el globo con un hilo de voz.
-Tengo miedo a las alturas, y me encuentro muy solo… por favor….-Le explicó. El pájaro lo miró sorprendido, levantó los hombros y sin decir nada más cumplió su deseo.


El globo escucho el segundo pluf del día, con una sonrisa, y los trocitos en los que explotó no tardaron en desaparecer de la vista del ese pájaro que no tardó en reanudar su viaje. 



6 comentarios:

- dijo...

Me parecen increibles tus relatos, de verdad. Es todo tan original y cálido... Me encanta.
<3

Elisa Sestayo dijo...

Precioso, no tengo más palabras.

Un beso y no dejes JAMÁS de escribir <3

Lucia's Box dijo...

Me ha hecho sonreír amargamente,me ha encantado,amargo pero algo irónico,no se,increíble.

Unknown dijo...

Pueeees... Pues... No sé que puedo decir. Es un relato original, con cierto toque, no sé como infantil, pero a la vez angustioso. Me ha encantado leerlo.

dijo...

Hermoso texto.Me ha hecho preguntarme de qué sirve volar y alcanzar el cielo si estamos solos.Un abrazo.

Michelle Fernandez dijo...

me encanta el blog y tus entradas :) me encantaria qe me sigas http://michelle-fernandez.blogspot.com asi estamos en contacto :D suerte !